Tuesday, July 17, 2007

¡Sorpresa!


Si haber decidido casarme y franquear la barrera de los 100 invitados fue una sorpresa para mí misma, contarle a mis padres que después de casi seis años con Arnulfo finalmente firmaríamos un papelito y celebraríamos con banquete, resultó de lo más extraño. Y contradictorio, claro. Llevaba toda una vida renegando de las bodas, argumentando que no le veía el caso a semejante gasto, que a mí no me hacía falta el festejo… y una infinidad de argumentos que no tengo que repetirles. Más de una vez me habrán escuchado repericotear al respecto (de ahí que al menos a la mitad de los convocados le cause tanta gracia mi transformación en toda una casamentera). Total, ahí estaba yo, pensando cómo decirle a mis padres que, cuando por fin los había convencido de que eso del papeleo y la ceremonia no era necesario y no iba conmigo (aunque sigo creyendo que el compromiso no requiere formalidades, sino que se adquiere y punto), resultaba que siempre sí me emocionaba casarme de blanco y ¡aventar el ramo! ¿Con qué cara iba a hacerlo?
Arnulfo y yo habíamos tomado la decisión de casarnos un sábado. Era miércoles por la tarde y mis padres aún no sabían absolutamente nada. Lo juro. Para entonces, tenía claro que no podían pasar más días. Llamé a mi mamá y le dije ‘¿qué crees?, nos vamos a casar’. Se lo dije así, sin mayor preámbulo, y no tengo muy claro qué tan emocionada lo hice. Por supuesto, la dejé en shock. La pobre no pudo más que preguntarme cuándo lo haríamos y, luego, opinar que marzo le parecía una fecha lejanísima. Su tono fue seco. No supe qué contestarle y di por terminada nuestra conversación. Colgué estupefacta. Mi mamá no había brincado de felicidad con la noticia, y yo ni siquiera le había pedido que me pasara a mi papá para contarle. ¿Cómo era eso posible?
Pasaron unos días antes de que entendiera que no podía haber sido de otra forma. Les había cambiado la jugada. Durante años les había hecho respetar mi modus vivendi y ahora salía con que no era tan alternativa como decía. Si a mí me había costado algo de trabajo hacerme a la idea de que, en efecto, quería compartir con nuestros más cercanos mi amor por Arnulfo, a mis padres tampoco les habrá sido fácil asimilar el abrupto cambio de opinión. Aunque, como dicen, todo tiene un por qué. La boda ha dado pie a una relación mucho más cercana con mis padres, a que se conviertan en los segundos en enterarse de todos los detalles. Quizá es lo más común y corriente, pero, para mí, se trata de hacer a un lado mi rollo ultraindependentista y seguir descubriendo las puertas que se abrieron al decir Sí, acepto. Y lo que falta. M

3 comments:

Anonymous said...

Debo de aceptar que a mi tambien me sorprendiste y mucho pero ahora me emociona tanto todo este rollito de tu boda, pero me agrada mucho leerte y verte tan feliz.

Anonymous said...

En realidad creo que nos sorprendiste a todos, pero todo esto esta super bueno. :)

Anonymous said...

Sugiero canción: In your eyes, Peter Gabriel... El único 'pero' que le veo es encontrarle el ritmo pa bailarla, pero las torsiones y vueltas siempre son una opción, jaja. Y además lo pueden ir ensayando, lo que será un buen pretexto para un momento romántico y servirá de entrenamiento por aquello del pánico escénico. Por lo demás, no se me ocurre algo que sea más Mon, y por ende, Arnulfo...