Sunday, September 30, 2007

¿Colapso nervioso o 'control freak'?


'¿Cómo va la boda?’, es lo que todos preguntan últimamente; sea en persona, por teléfono o por msn. De alguna forma, este cuestionamiento ha sustituido al '¿y cómo estás(n) ?' de antaño. Fuera del 'para eso está el blog' que suele responder Arnulfo, yo digo, con cierto tono irónico, que prácticamente sólo nos falta pagarla. Y aunque es cierto, se ha vuelto inevitable que, ante esa pregunta, mi mente haga un veloz check list en automático. Porque, conforme se consumen los meses, cada vez estoy menos cierta de que las cosas estén tan resueltas como lo indica nuestra santísima lista de pendientes.
Si a eso sumamos que la boda de dos de mis compañeras de oficina está a la vuelta de la esquina, es innegable que tengo la mesa puesta para que mi paranoia-ya-mero-es-la-mía-y-me-falta-todo vaya en aumento. Como desde hace semanas las escucho hablar de pendientes y pendientes, y yo, desde hace semanas, no muevo un dedo en relación al tema, me ha resultado inevitable pensar una y otra vez que algo se nos está escapando. Pero ni consultando nuestro ‘programa de trabajo’ (sí, tenemos uno) encuentro qué. Por estos días, no sé si de mi subconsciente está aflorando el prejuicio de que esto debería ser una especie de calvario; si estoy saboteando a la workaholic que habita en mí, buscándole pendientes personales impostergables en horas de oficina; o, de plano, estoy siendo víctima no confesa de los dichosos nervios preboda (¡noooo!).
Como sea, fuera de las invitaciones, los anillos de casados (ya hablaré del tema), abrir las mesas de regalo, concretar la ceremonia espiritual y, sí, pagar el chow, no falta nada. Supongo que, como me ha dicho una amiga, tendrá que ver con que no nos casaremos por la iglesia y eso reduce la tramitología. O será que soy una verdadera control freak que en lugar de hacer revistas debería convertirse en wedding planner. Ja. Digo, ya que ordenar una revista parece tormento chino.
M

Sunday, September 23, 2007

¡Tenemos cancion!


Dos cosas me tenían preocupado con respecto a la boda. Y no, no se trataba de algún tipo de inseguridad o de algún posible desacuerdo con Moni que evitara que se llevara a cabo la ceremonia. En realidad me preocupaba encontrar la canción ideal que sería nuestro primer baile de casados, y encontrar un chamán que oficie la ceremonia de unión.
Con gusto les puedo decir que lo de la canción ya está resuelto. Después de buscar en innumerables discos, de escuchar radio con el único propósito de encontrar la dichosa canción y de largas sesiones de selección; después de cientos de canciones, por fin ese pendiente está tachado de mi lista. No voy a anticipar detalles de ésta para que sea algo así como sorpresa, pero sí les puedo decir que es una excelente elección. A

Monday, September 10, 2007

Oh, decepcion



Lo confieso: si algo me emocionaba desde que nos pusimos el disfraz de novios casaderos era darle rienda suelta a mi consumismo más puro, lector de código de barras en mano, seleccionando los artículos para la mesa de regalos (sí, habrá una; no hay forma de renegar de semejante tradición). Era tal mi entusiasmo que hace dos fines de semana, cuando según yo faltaban los rigurosos seis meses para El Día D que piden, ahí estábamos Arnulfo y yo, recién abierto el almacén, para hacer sonar ad nauseum el seductor pit, pit. Pero no contábamos con la amargura del sistema de registro, para el que cuentan los meses, no las fechas; y que se rige bajo la lógica de existencias en almacén (que sólo pueden garantizarte seleccionando tus regalos máximo dos meses antes del bodorrio). Argüidas semejantes explicaciones, era claro que resignarse y esperar era lo único por hacer. Lástima que el ánimo consumista no entienda ni jota de lógica y te haga sentir como niña a la que Santa Claus le trajo todo menos lo requerido. ¡Bu! M